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15 nov 2024

Luis Nieto Miranda: ROMANCE DEL 13 DE JUNIO

 

I

Un martes, trece de junio,

-bandera de luto y lágrima-,

la sangre corrió a torrentes

por avenidas y plazas.

 

Hijos del pueblo, invencibles,

flor de coraje que canta,

cayeron de cara al cielo

barridos por la metralla.

 

Quién sabe por qué designio,

pobres seres sin entraña,

vomitaron contra el pueblo

todo su rencor y rabia.

 

Contra mujeres y niños

dispararon a mansalva,

que era como disparar

al corazón de la Patria.

 

II

Tu altivo pueblo, Arequipa,

no se rinde: ¡Lucha y canta!

El rencor y el odio fiero

le van quemando la entraña.

 

El yaraví pena y gime

con su banderín de lágrimas.

Luce un crespón de lamentos

el pecho de las guitarras.

 

Con su disparo de sombras

la muerte entre en la matanza.

Los sicarios a los bravos

aplastan con sus culatas.

 

Un alarido recorre

los caminos de la Patria.

¡Arequipa tiene herido

su corazón de batalla!

 

III

Un martes trece de junio

sollozaron las campanas,

por la sangre que en las calles

gemía desesperada.

 

El pueblo izó sus banderas

y se amotinó en las plazas,

su sangre de lava y pólvora

clamó revolucionaria.

 

Y con sus pechos heroicos

levantó mil barricadas.

El pueblo tenía piedras.

Los otros tenian balas.

 


5 jul 2015

Mariano Melgar: LOS GATOS

Folio del manuscrito que obra en la Universidad de Indiana EE.UU.
denominado: Poesías de don Mariano Melgar, Cuaderno n.º 2.


     Una gata parió varios gatitos,
Uno blanco, uno negro, otro manchado:
Luego que ellos quedaron huerfanitos
Los perseguía un perro endemoniado;
Y para dar el golpe a su enemigo
No había más remedio que juntarse,
Y que la dulce unión fuese su abrigo.
Van pues a reunirse, y al tratarse
Sobre quién de ellos deba ser cabeza;
Maullando el blanco dijo: A mí me toca
Por mi blancura, indicio de nobleza.
El negro contestó: Calla la boca;
El más diestro y valiente mandar debe.
Malo, dijo el manchado, si esto dura
Temo que todo el diablo se lo lleve.
Unión, y mande el digno. Eso es locura,
Gritó el blanco; y el negro le replica:
Se dividen por fin en dos partidos;
La ira y la turbación se multiplican,
Se arañan, gritan, y a sus alaridos
Acude mi buen perro y los destroza.
    Si a los gatos al fin nos parecemos,
Paisanos, esperamos otra cosa?
Tendremos libertad? Ya lo veremos . . .  .

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18 mar 2010

Mariano Melgar : "Oda a la libertad"


Este poema celebra dos eventos históricos: la promulgación de una nueva constitución en España (en 1812) y la primera elección de un ayuntamiento municipal en Arequipa, la ciudad nativa de Melgar. La constitución de 1812 en España daba más libertad a las colonias en Latinoamérica y la elección del ayuntamiento municipal representaba una nueva forma de autonomía política para las ciudades en las colonias. Al celebrar estos eventos, el poema apoya la idea de independencia para América Latina.



Por fin, libre y seguro
Puedo cantar. Se rompió el duro freno,
Descubriré mi seno,
Y con lenguaje puro
Mostraré la verdad que en él se anida,
Mi libertad civil bien entendida.


Oíd: cese ya el llanto;
Levantad esos rostros abatidos,
Indios que con espanto,
Esclavos oprimidos,
Del cielo y de la tierra sin consuelo,
Cautivos habeis sido en vuestro suelo.


Oid, patriotas sabios,
Cuyas luces nos daban el tormento
De mirar al Talento
Lleno siempre de agravios,
Cuando debiera ser dictador justo
Apoyo y esplendor del trono augusto.


Oye, mundo ilustrado,
Que viste con escándalo a este mundo,
En tesoros fecundo,
A tí sacrificado;
Que recogiendo el oro americano,
Te burlaste del precio y del tirano.


Despotismo severo,
Horribles siglos, noche tenebrosa,
Huid. La india llorosa,
El sabio despreciado, el orbe entero,
Sepan que espiró el mal; y que hemos dado
El primer paso al bien tan suspirado.


Compatriotas queridos,
Oid: también amigos europeos,
Que en opuestos deseos
Nos visteis divididos,
Oid. Acaba ya la antigua guerra;
Amor, más que tesoros, da esta tierra.


Días ha que a la Iberia
Del Empíreo bajó, de luz rodeada,
La Libertad amada,
A extinguir la miseria
Que en nuestro patrio suelo desdichado
Por tres siglos había dominado.


Casi hasta el firmamento
Levantádose había el despotismo,
Y los pies del coloso en el abismo
Tenía su cimiento.
¿Pero de qué ha servido?
De hacer con su caída mayor ruido.


Pisóle en la cabeza
La Santa Libertad: se ha desplomado:
Se extremeció la tierra; y espantado
Volvió a ver su fiereza
Todo hombre; pero ved que ya no es nada
Su estatua inmensa en polvo disipada.


Vieron más los mortales:
El cetro que arrancado al rey había
La Libertad, lo dio a la nación mía,
"Acabad vuestros males:
Resistid al tirano."
Dijo la Diosa con acento humano.


Sonó en toda la esfera
Voz tan dulce: los polos retumbaron:
El eco derramaron
Sobre la tierra entera;
Y la América toda en el momento
Saltó llena de gozo y de contento.


¿Pero quien ejercita
Este poder? ¿En donde se comienza
A formar la obra inmensa
Del remedio a que incita
Esta voz celestial? Así decía,
Y empezó mi país desde aquel día.


Ya todo se previene
Para el día inmortal; más del averno
El enemigo eterno
Del hombre, el Error, viene
Arrastrando consigo hacia la tierra
La Discordia feroz, la cruda Guerra


Sobre este monte inmenso
Que a la ciudad domina, se ha sentado:
Sobre ella ha vomitado
Un humo denso y negro.
A todos dejó ciegos la negrura:
¡Cuánto horror presentó su noche oscura!


"Siempre seré oprimido,"
Pensó el indio infeliz dentro del pecho
Bajo su pobre techo
De su triste familia circuido,
Lloró sobre sus hijos su quebranto,
Y la esposa bebió su amargo llanto.


"Triunfe allá la ignorancia"
Dijo el sabio sentado en su retiro,
"Si olvidado me miro,
"Si falta vigilancia
"Sobre la ilustración, ¿por qué me muevo?
"Así fue siempre, no es defecto nuevo"


"Huyamos," grita, "huyamos"
Tímido y aterrado el europeo,
"Jurar mi ruina veo
"O diestros elijamos
"A quienes con justicia y con prudencia
"Muden en favor nuestro la sentencia"


"¿Qué haceis? ¡Qué! ¿No miraste
"Que pacíficos somos, generosos,
"Amantes y obsequiosos?
"Decid: ¿donde observasteis
"El furor que temeis? Equivocados
"De nuestro amor huis precipitados"


Así dijo el patricio
Y su voz escuchó la Providencia
Su invisible presencia
Disipió el negro vicio;
Y cuando el pueblo unido reclamaba,
Ella los electores señalaba.


¿Pero clamó con esto
El temor, la aflicción, la desconfianza?
Cobró nueva esperanza,
Nuevo aliento funesto
El Error; y su empeño redoblando
Volvió el indio a su pena,


La Discordia a los hombres fue turbando
El sabio hollado a su misantropía;
Y el de Iberia creía
que la grave cadena
De las manos del noble americano
Pasaría a ligar su fuerte mano.


Mas ¡qué! la Paz risueña
Mandó que no salieran del congreso:
Votó por la ciudad, y a su regreso
En publicar se empeña
Que nada se recele, que ha extirpado
La cruel discordia de su pueblo amado.


Volvió al Congreso luego,
Pues se dejó sentir su breve ausencia:
Con su afable presencia
Apagó pronto el fuego.
¿Cómo han de pensar todos igualmente,
Ni dónde un mal cesó tan prontamente?


En tanto que asistían
La Paz y la Virtud al cuerpo, sabio,
Al triunfo o a su agravio
Suspensas atendían,
Pisando cada una en su montaña,
Minerva, la India, y la orgullosa España.


Yo lo vi: en la del medio
Minerva se paró; a su diestro lado
Manco estuvo, rodeado
de indios que su remedio
esperaban; y allí con el hispano
esperó Iberia en la siniestra mano,


Ya Febo se apartaba,
Cansado de aguardar, hacia el poniente
Más suena de repente
La voz que se deseaba:
"El indio, el sabio de la unión amante,
"Os han de gobernar, en adelante"


¡Eco posible! "¡Viva!"
"¡Viva, si, la elección que nos conserva"
Manco, Iberia, Minerva
Con voz dulce y activa
Clamaron: y los Incas sepultados
Saltaron de su tumba alborozados.


Los sabios se alentaron,
Quedó el hispano en la ciudad seguro;
Y los que "país oscuro"
A mi suelo llamaron,
Mirándole en prodigios tan fecundo,
"Ahora sí es," dijeron, "nuevo mundo."


Por el volcán terrible
Se sumergió el Error avergonzado,
De la mortal Discordia acompañado.
¡Oh, día el más plausible!
¡Oh Arequipa! ¡Teatro afortunado
De una acción en que tanto se ha logrado!


¡Oh sabios magistrados!
Jamás cantar sabré vuestros loores,
Pero ¿qué más honores?
¿Qué himnos más bellos más proporcionados
Que el general placer con que mil veces
Se felicita el pueblo por sus jueces?


Compatriotas amados
Que en Ultramar la luz primera visteis;
¿Esto es lo que temisteis?
¿Pensasteis ¡qué engañados!
Que un pueblo Americano
Sería vengativo, cruel, tirano?


No tal: fue nuestro anhelo
Este sólo; que al justo magistrado,
Ya por sí penetrado
De amor al patrio suelo
Le urgiesen a ser fiel en cada punto
Deudos, padre, hijo, esposa, todo junto.


Así será; y gozosos
Diremos: "Es mi Patria el globo entero:
Hermano soy del Indio y del Ibero;
Y los hombres famosos
Que nos rigen, son padres generales
Que harán triunfar a todos de sus males"






8 mar 2009

Horacio Zeballos Gámez: CANTO AL MAESTRO

 
Maestro,
en tu libro de lucha
he aprendido que no traicionar
es un mandamiento.
  
me enseñaste a vencer ciudades
y lisas montañas
a no retroceder como el agua constante.
  
Vives en mi pensamiento
como el Huascarán
que de puro hermoso causa espanto
como el Urubamba que baja vivando
como el Titicaca que se ahoga
en las orillas de tus ojos.
 
Dame por descontado
en las filas del encanto
te juro
que esta prisión que vivo
tiene más de tu aliento
que de martirio.
 
Por una patria como tu cuerpo
y un ideal color de lirio
yo admitiré la vida o la muerte
con la misma dimensión del corazón.
 
Tú me enseñaste abrir murallas
deshojando las rosas del invierno.

Maestro
quiero lealtad
como los niños que siembras con tus palabras
quiero un país como tú,
donde el fusil hable, piense y derrame cantos.
 
No importa abrojos y enemigos
ellos me iniciaron a no llorar
y no lloro
a comprender la adversidad
con la misma sonrisa que la victoria.
 
Alójame en tus sombras, compañero
para vencer requiero un poco de calma
de la transparencia humana
tus brazos de cóndor.
  
Maestro
para entender en el Perú
que la justicia muere crucificada
no necesitamos espinas.
  
La lucha es una Escuela
y la victoria la hija mayor del sacrificio
y el SUTEP combativo
¡es el camino! que no tiene destrucción.
 
Los obradores de maldades
tirarán las polacas y huirán
los nuevos corregidores.
 
El SUTEP
en cada pan y en cada día
nos defiende como un león humano
que después de herido
sigue peleando.
  
Maestro
cuando te miro
me acuerdo que estoy venciendo
y no tengo miedo a los descuartizadores
de la luz y el canto.
  
Maestro,
el pueblo vive en tu esperanza
y tu vives en mi sangre
tenemos que encender el sol
y hacer la noche iluminada.
 
Cuando desamarremos las ataduras
de los árboles y las muchedumbres
el arco iris brotará de nuestros corazones
como después de una tormenta.


del poemario Alegrías del Prisionero