Maestro,
en tu libro
de lucha
he aprendido
que no traicionar
es un
mandamiento.
Tú
me enseñaste
a vencer ciudades
y lisas
montañas
a no
retroceder como el agua constante.
Vives en mi
pensamiento
como el
Huascarán
que de puro
hermoso causa espanto
como el
Urubamba que baja vivando
como el
Titicaca que se ahoga
en las
orillas de tus ojos.
Dame por
descontado
en las filas
del encanto
te juro
que esta
prisión que vivo
tiene más de
tu aliento
que de
martirio.
Por una
patria como tu cuerpo
y un ideal
color de lirio
yo admitiré
la vida o la muerte
con la misma
dimensión del corazón.
Tú me
enseñaste abrir murallas
deshojando
las rosas del invierno.
Maestro
quiero lealtad
como los
niños que siembras con tus palabras
quiero un
país como tú,
donde el
fusil hable, piense y derrame cantos.
No importa
abrojos y enemigos
ellos me
iniciaron a no llorar
y no lloro
a comprender
la adversidad
con la misma
sonrisa que la victoria.
Alójame en
tus sombras, compañero
para vencer
requiero un poco de calma
de la
transparencia humana
tus brazos
de cóndor.
Maestro
para
entender en el Perú
que la
justicia muere crucificada
no
necesitamos espinas.
La lucha es
una Escuela
y la
victoria la hija mayor del sacrificio
y el SUTEP
combativo
¡es el
camino! que no tiene destrucción.
Los
obradores de maldades
tirarán las
polacas y huirán
los nuevos
corregidores.
El SUTEP
en cada pan
y en cada día
nos defiende
como un león humano
que después
de herido
sigue
peleando.
Maestro
cuando te
miro
me acuerdo
que estoy venciendo
y no tengo
miedo a los descuartizadores
de la luz y
el canto.
Maestro,
el pueblo
vive en tu esperanza
y tu vives
en mi sangre
tenemos que
encender el sol
y hacer la
noche iluminada.
Cuando
desamarremos las ataduras
de los
árboles y las muchedumbres
el arco iris
brotará de nuestros corazones
como después
de una tormenta.
del poemario Alegrías del Prisionero
Importante interpretacion del Maestro.
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