La casa amaneció con su sombrero de roció,
los pájaros trinaron con una fruición de campo,
el pregón de los niños dio vida a las calles del barrio,
mi esposa besó el efluvio de las primeras palabras,
abrió ventanas y puertas,
y allá en el fondo del patio, bajo el níspero,
Mama Toya tarareaba una canción
que regresé a la infancia: casas de menta,
con un pueblo de menta como de nacimiento navideño.
Un niño parado junto al portón del hogar,
mientras la mula trotaba con su carga
hacia el mercado…
11 dic 2020
Alfonso Hernández: TIERRAS DE LA MEMORIA
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