12 mar 2010

José Carlos Mariátegui: MELGAR


7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana
El Proceso de la Literatura



Durante su período colonial, la literatura peruana se presenta, en sus más salientes peripecias y en sus más conspicuas figuras, como un fenómeno limeño. No importa que en su elenco estén representadas las provincias. El modelo, el estilo, la línea, han sido de la capital. Y esto se explica. La literatura es un producto urbano. La gravitación de la urbe influye fuertemente en todos los procesos literarios. En el Perú, de otro lado, Lima no ha sufrido las concurrencias de otras ciudades de análogos fueros. Un centralismo extremo le ha asegurado su dominio.

Por culpa de esta hegemonía absoluta de Lima, no ha podido nuestra literatura nutrirse de savia indígena. Lima ha sido la capital española primero. Ha sido la capital criolla después. Y su literatura ha tenido esta marca.

El sentimiento indígena no ha carecido totalmente de expresión en este período de nuestra historia literaria. Su primer expresador de categoría es Mariano Melgar. La crítica limeña lo trata con un poco de desdén. Lo siente demasiado popular, poco distinguido. Le molesta en sus versos, junto con una sintaxis un tanto callejera, el empleo de giros plebeyos. Le disgusta en el fondo, el género mismo. No puede ser de su gusto un poeta que casi no ha dejado sino yaravíes. Esta crítica aprecia más cualquier oda soporífera de Pando.

Por reacción, no superestimo artísticamente a Melgar. Lo juzgo dentro de la incipiencia de la literatura peruana de su época. Mi juicio no se separa de un criterio de relatividad.

Melgar es un romántico. Lo es no sólo en su arte sino también en su vida. El romanticismo no había llegado, todavía, oficialmente a nuestras letras. En Melgar no es, por ende, como más tarde en otros, un gesto imitativo; es un arranque espontáneo. Y éste es un dato de su sensibilidad artística. Se ha dicho que debe a su muerte heroica una parte de su renombre literario. Pero esta valorización disimula mal la antipatía desdeñosa que la inspira. La muerte creó al héroe, frustró al artista. Melgar murió muy joven. Y aunque resulta siempre un poco aventurada toda hipótesis sobre la probable trayectoria de un artista, sorprendido prematuramente por la muerte, no es excesivo suponer que Melgar, maduro, habría producido un arte más purgado de retórica y amaneramiento clásicos y, por consiguiente, más nativo, más puro. La ruptura con la metrópoli habría tenido en su espíritu consecuencias particulares y, en todo caso, diversas de las que tuvo en el espíritu de los hombres de letras de una ciudad tan española, tan colonial como Lima. Mariano Melgar, siguiendo el camino de su impulso romántico, habría encontrado una inspiración cada vez más rural, cada vez más indígena.

Los que se duelen de la vulgaridad de su léxico y sus imágenes, parten de un prejuicio aristocratista y academicista. El artista que en el lenguaje del pueblo escribe un poema de perdurable emoción vale, en todas las literaturas, mil veces más que el que, en lenguaje académico, escribe una acrisolada pieza de antología. De otra parte, como lo observa Carlos Octavio Bunge en un estudio sobre la literatura argentina, la poesía popular ha precedido siempre a la poesía artística. Algunos yaravíes de Melgar viven sólo como fragmentos de poesía popular. Pero, con este título, han adquirido sustancia inmortal.

Tienen, a veces, en sus imágenes sencillas, una ingenuidad pastoril que revela su trama indígena, su fondo autóctono. La poesía oriental, se caracteriza por un rústico panteísmo en la metáfora. Melgar se muestra muy indio en su imaginismo primitivo y campesino.

Este romántico, finalmente, se entrega apasionadamente a la revolución. En él la revolución no es liberalismo enciclopedista. Es, fundamentalmente, cálido patriotismo. Como en Pumacahua, en Melgar el sentimiento revolucionario se nutre de nuestra propia sangre y nuestra propia historia.

Para Riva Agüero, el poeta de los yaravíes no es sino "un momento curioso de la literatura peruana". Rectifiquemos su juicio, diciendo que es el primer momento peruano de esta literatura.


Vuelve que ya no puedo





Vuelve, que ya no puedo
Vivir sin tus cariños,
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.
Mira que hay cazadores
Que con intento inicuo
Te pondrán en sus redes
Mortales atractivos;

Y cuando te hagan presa
Te darán cruel martirio:
No sea que te cacen,
Huye tanto peligro.
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.

Ninguno ha de quererte
Como yo te he querido,
Te engañas si pretendes
Hallar amor más fino.

Habrá otros nidos de oro,
Pero no como el mío:
Por quien vertió tu pecho
Sus primeros gemidos.

Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.

Bien sabes que yo, siempre
En tu amor embebido,
Jamás toqué tus plumas,
Ni ajé tu albor divino;

Si otro pudo tocarlas
Y disipar su brillo,
Salva tu mejor prenda,
Ven al seguro asilo.
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.

¿Por qué dime, te alejas?
¿Por qué con odio impío
Dejas un dueño amante
por buscar precipicios?

¿Así abandonar quieres
Tu asiento tan antiguo?
¿Con que así ha de quedarse
Mi corazón vacío?
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.

No pienses que haya entrado
Aquí otor pajarillo:
No, palomita mía,
Nadie toca este sitio.

Tuyo es mi pecho entero,
Tuyo es este albedrío;
Y por ti sola clamo.
Con amantes suspiros.
Vuelve mi palomita
Vuelve a tu dulce nido.

No seas pues, tirana:
Haz ya paces conmigo:
Ya de llorar cansado
Me tiene tu capricho.
No vuelvas más, no sigas

Tus desviados giros;
Tus alitas doradas
Revuelvan, que ya expiro
Vuelve, que ya no puedo
Vivir sin tus cariños,
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.

3 comentarios :

  1. muy bonito el poema, me pregunto cual habrá sido la razón por la que se habrá ido la palomita del nido.

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  2. A Melgar se le iban las palomitas, sufría mucho por ello, para aprender a olvidar tradujo el Remedia Amoris de Ovidio, te invito a leerlo en este blog.

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