Fantasmas en procesión
en un instante despojados de
todas sus ropas
por la explosión.
Tenían quemaduras en todo
el cuerpo.
Hinchazones purpureas en
la piel
pronto reventadas y desprendidas
colgantes como tiras
de papel.
Fantasmas numerosos del
infierno
de la explosión atómica,
las manos medio alzadas
portaban corazones y piernas pesadas,
caían en dolorosa acumulación
y morían en sucesión.
Una sombra blanca humana
permanecía en un escalón de piedra
en el centro de la explosión.
¿A seis mil grados
se evapora el cuerpo?
¿Fue realmente eso lo que ocurrió?
Nadie puede expresar como era en
aquel momento.
Todos tenían
los rostros deformados
Difícil era distinguir
uno del otro,
aunque dijera su nombre
en una voz casi ida.
Un infante yacía dormido intacto.
Su madre debió haberle salvado
la faz inocente, la piel de terciopelo
en su vientre, tierno, blanco,
¡Oh!, incluso el pequeño se alzaría
de nuevo sobre sus pies y resolvería sus
pasos.
Cuando la paz fuera un hecho.
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