Golpea herrero, sigue golpeando
y que del rostro se escurra el sudor.
Abrasa tu corazón en el incendio
¡y echa afuera la pena y el dolor!
Templa tus ímpetus,
conviértelos en acero
y vuela como ilusión juguetona
por los caminos del cielo.
Allá, a lo lejos, tras negro nubarrón,
en el umbral de los sombríos días,
el sol derrama su esplendor
sobre la llanura.
Desaparecen pastizales y trigales
entre el azul resplandor,
y el campo labrado, feliz,
va madurando.
Se abre con nueva fuerza hacia el sol,
en sus rayos quemándose.
Fuera la indecisión odiosa,
libérate del miedo.
(1914)
10 oct 2014
Sergey Esenin: EL HERRERO
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