ABUELO:
Tú nunca fuiste feliz.
Temías que el viento
desbaratase tu corazón de ceniza.
Te recuerdo una tarde negra,
diciéndome con voz blanca:
ojalá no seas,
como yo, un hombre triste.
Abuelo:
la vida te parecía
un pozo de malos sueños.
Cuando pensabas en la abuela
te quemaba una hoguera sin luz.
Y Juan el herrero,
y Pedro el sembrador,
(pájaros huesos
con quienes conversa tu lengua de hierba),
también creían
que la vida es un sueño confuso.
¡Qué lástima abuelo,
que no supieras que la vida tiene otro color!
¿Me oyes, me escuchas?
La tristeza va a morir.
Ahora cuando la alondra
surca el cielo,
algo rosado empapa el alma,
porque el ave
viene del color que tendrá la vida
cuando los humillados alcen la cabeza
y partan la dicha
en pedacitos que alcancen para todos;
¿Me oyes, me escuchas?,
ardiendo
está el mundo donde te ahogabas.
Perdona, pues, si te dejo,
pero me llaman, necesitan
mi mano para formar una ronda alrededor del mundo.
Más luego volveré.
Cuando la Libertad abra sus alas
sobre mi país desesperado,
volveré.
Volveré con todos los nietos del mundo
en primavera, y abuela
y María y Paloma, todos los días vendremos
a regar la parcela de alba que nos toque.
Manuel Scorza fue homenajeado en la 18 FIL por la Derrama Magisterial, los detalles en su blog:
http://blog.derrama.org.pe/
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