—Por Ignacio Briones Torres—
Uno sólo de los libros que
escribió Alejandro Dávila Bolaños bastaría para que jamás, mientras exista
Nicaragua, sea olvidado. Las generaciones por venir encontrarán en su obra de
notable investigador de nuestra cultura indígena los mejores trabajos hechos
hasta hoy para desentrañar la riqueza de nuestro pasado más remoto. Tendrán en
los libros de Alejandro Dávila Bolaños el camino que su inteligencia abrió para
continuar con fe en lo nicaragüense todo el futuro por venir. La eternidad.
Hombre extraordinario y
sencillo, como todos los grandes hombres, consagró el brevísimo paso que es la
vida a desarrollar una labor que ya es y lo será para siempre, patrimonio de la
cultura nacional, en beneficio del pueblo bajo cuya inspiración y para quien
trabajó siempre Alejandro.
Dentro de ese esquema y ese
propósito, al que fue leal hasta su holocausto, es Alejandro Dávila Bolaños el
único estudioso de "El Güegüense" que nos legó una interpretación
dialéctica de ese drama épico indígena considerada -por todos quienes han
laborado sobre ella- como la obra más antigua del teatro indígena
indoamericano.
El profundo dominio que tenía
de la dialéctica le facilitó esa interpretación, al tiempo que le permitió
encontrar en el trasfondo de una obra teatral popular los términos de la lucha
que conforman el único motor de la historia.
"Comenzada la Conquista
-escribió Alejandro en su introducción a "El Güegüense"-, comenzó el
genocidio sistematizado de la tribu indígena. Primero fueron exportados como
ganado hacia las islas de las Antillas donde la población aborigen ya había
desaparecido en su totalidad. Después siguieron los éxodos en masa, hacia las
regiones mineras del norte, centro y oriente del país, por razón de que los
naturales de aquellos lugares, huían hacia las montañas, no dejándose capturar,
y oponiendo tenaz y victoriosa resistencia. Por último las Encomiendas y el
trabajo forzado y gratuito, diezmaron aterradoramente la población aborigen,
que en menos de cincuenta años había descendido de dos millones a escasos 300
mil, cifra que sólo hasta después de 1975, volveremos a recuperarla..."
¿Cómo respondieron los
indígenas a esta matanza continua? -se pregunta en otro de los párrafos de la
referida introducción. Y contesta: -Todos los cronistas relatan de muy diversos
modos, los constantes levantamientos que los naturales hicieron
permanentemente. Pero sobre todo llama la atención la primera gran huelga de
úteros del mundo, que las mujeres indígenas nicaragüenses, en una protesta sin
precedentes contra la esclavitud de que eran víctimas, realizaron durante el
mandato de Pedrarias Dávila. Y documenta su teoría con el testimonio de Gómara:
"No dormían (los indios) con sus mujeres para que no pariesen esclavos de
españoles. Y Pedrarias, como en dos años no nacían niños, les prometió buen
trato, y así parían o no los mataban".
Singular protesta, única en su
género, que nos demuestra el temple y la calidad moral de los indígenas, que
preferían renunciar al instinto primario de perpetuarse en el espacio-tiempo,
antes de traer hijos que vivieran en la indignidad humana"
Y de ese temple y calidad
morales era el propio Alejandro Dávila Bolaños. Descendiente él mismo de
aborígenes mangues o chorotegas, había nacido en Masaya el año de 1922, cuando
ya el general Augusto César Sandino se encontraba trabajando en La Ceiba y los
marines yanquis permanecían hoyando el territorio de nuestra Patria.
Toda la obra de Alejandro
Dávila Bolaños está llena del empeño rescatador del coraje y la dignidad del
hombre nicaragüense. Coraje y dignidad conque él mismo enfrentó la vida y la
muerte durante toda su existencia.
"Semántica náhuatl de los
nombres geográficos de Nicaragua", "Semántica náhuatl de la flora y
la fauna de Nicaragua", "Semántica de la mitología
nicaragüense", "Los Maribios-Chontales de León"; "Biografía
de un Cacique: Diriangén"; nuestro más remoto héroe antiimperialista, son
apenas unas cuantas de las muchas tareas investigativas que Alejandro realizó.
De su puño y letra escribió una
vez en la guarda de uno de sus libros refiriéndose a él mismo: "Consciente
del subdesarrollo del país, trabaja con intensidad en su profesión de médico.
En sus ratos de reivindicación escribe poesía de denuncia que sólo conocen sus
amigos".
Sus amigos eran millares de
compatriotas humildes, especialmente campesinos a quienes atendía como apóstol
de la medicina, casi siempre sin recibir ninguna retribución como honorario por
sus servicios. Por eso lo bautizaron con el nombre de "Médico de los pobres".
¡Esos eran los reconocimientos que a él le enriquecían mucho más que cualquier
suma de dinero!
Junto a los pobres estaba
también el día que lo asesinaron. La crónica de la siega informó oportunamente
que, junto con otras personas, entre las que se encontraba el también médico
Eduardo Selva, fue extraído del propio quirófano del Hospital de Estelí en
donde practicaba una operación de urgencia a un herido en las acciones
insurgentes de Semana Santa de 1979 en Estelí, y luego conducido al patíbulo y a
la posterior quema de su cadáver. Sólo uno o dos días antes había conversado
con varios periodistas que llegaron de Managua a cubrir la insurrección. Estos
le habían sugerido la necesidad de que abandonara Estelí por el peligro que
corría su vida. Un rotundo NO fue su respuesta, explicando que su deber era
atender a los enfermos, permanecer en la ciudad donde había compartido los años
más felices de su vida junto a su amada "mama", la compañera
Merceditas, a la que amó como a una novia hasta la hora de su holocausto. Y en
esa ciudad sus cenizas volaron anunciando el nuevo día de Nicaragua. Nos
imaginamos esas cenizas cual hermanas gemelas de aquellas que elevaban los
indígenas de los tiempos de la conquista alertando a las tribus de otras
regiones el paso homicida y sangriento de los conquistadores.
Alejandro Dávila Bolaños vivió
y murió como un hombre. Como un revolucionario auténtico. Compartiendo la
tragedia de su pueblo al que se consagró. Es un inmortal.
Managua, D.N., 15-30 de mayo de
1979
publicación original: Impacto,
Mayo de 1979.
Reproducido el día sábado 27 de Noviembre de 1999 en el suplemento Nuevo Amanecer Cultural de El Nuevo Diario de Managua, Nicaragua
http://archivo.elnuevodiario.com.ni/1999/noviembre/27-noviembre-1999/cultural/index.html
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