"Nadie es feliz si es ajeno a la esclavitud de los otros"
A sus 93 años, el poeta Marcos Ana (San Vicente
de la Alconada, Salamanca, 1920) no se ha cansado de exigir un mundo mejor, una
sociedad más justa y humana. Se siente un indignado más y por ello ahora lanza
una reivindicación y un mensaje para quienes se sienten decepcionados: el libro
Vale la pena luchar (Espasa), en el que anima a "calentar la calle
y las plazas" para que los ciudadanos exijan el bienestar de "manera
pacífica".
El poeta se sorprende cuando escucha su nombre de
nacimiento, Fernando Macarro Castillo, ya que se hace llamar desde hace
mucho tiempo Marcos Ana, en homenaje a sus progenitores, para que estuvieran
"siempre con él". Su padre murió durante la Guerra Civil y su madre
enfermó durante los años en los que visitó a su hijo "de cárcel en
cárcel", según ha explicado durante una entrevista.
Con tan solo 19 años entró en la cárcel y pasó allí 23
largos inviernos de su vida, un tiempo en el que comenzó a escribir sus
primeros poemas, con los que, lejos de "tocar el cielo con las
manos", quería escribir "poesía terrenal y directa, que llegase a
la gente para que se movilizara".
Su mente ágil y lúcida sorprende cuando recuerda con
exactitud el tiempo que pasó entre rejas, una historia en apariencia triste que
en cambio él relata como si se tratara de una experiencia con la que aprendió a
resistir. "No tengo rencor, ni espíritu de venganza, no sirve para
nada", indica Marcos Ana. Su pasión por la poesía comenzó cuando sus
compañeros de cárcel metieron en un petate de paja, junto a algo de comida,
unos poemas de Alberti y de Neruda. "Como no tenía otra cosa que
hacer, los leí mil y un veces, y vi que fluía una necesidad de hacer algo
parecido acerca de mis impresiones en la celda", cuenta.
El poeta no salió en libertad hasta 1961, cuando
contaba con 41 años. "Salí como si me hubieran lanzado de un planeta
extraño. Tuve que acostumbrarme a la vida y a las cosas, los ojos se me
pusieron rojos y cuando salía al exterior me ponía enfermo. Me había
acostumbrado a distancias cortas y verticales. Me mareaba hasta vomitar", recuerda.
Su primer amor fue una prostituta, quien "se
humanizó tanto" que se comportó con Marcos Ana casi como si fuera una
novia, incluso "una madre". Esta historia conmovió tanto al cineasta Pedro
Almodóvar que decidió adquirir los derechos de la obra autobiográfica Decidme
cómo es un árbol, aunque aún no se conoce cuándo llevará a cabo este
proyecto. "Quiero que lo haga porque lo escribí para mandar un mensaje a
los demás, ya que a través de ellos es la mejor manera de vivir para uno
mismo", comenta ilusionado el escritor, quien afirma sentirse "un
privilegiado" ante el cariño que ha recibido siempre. "Cuando me
hacen homenajes me siento mal, pienso en los seres anónimos que no han tenido
el mismo reconocimiento", añade.
"Cambiar la política de
Estado"
Marcos Ana dedica este libro a los jóvenes, en quienes
confía. "A la juventud, en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia:
una lucha incesante por alcanzar un mundo mejor y más justo en el que el sol
salga y caliente para todos", escribe en esta obra. El poeta mira a las
nuevas generaciones con esperanza porque está convencido de que "abrirán
caminos", encontrarán un futuro mejor y conquistarán "el bienestar de
los ciudadanos". Aunque, para eso, cree necesario "cambiar la política
de Estado", un ente "capitalista" que, a su juicio, "solo
tiene una ley: la del máximo beneficio".
"Una de las cosas que hace el capitalismo es
invalidar al hombre, anularle porque quieren hacer de él un pequeño dios, pero
el objetivo es separarlo de los demás, que cada uno piense para él y no se una
al resto, porque así el estado podría tambalearse. Sin embargo, la realidad
es que nadie es feliz si es ajeno a la esclavitud de los otros",
reflexiona el escritor.
Entrevista publicada en: www.publico.es
Si hubieran mas comunistas como el..
ResponderEliminar