Desempleado, sin un centavo en el bolsillo,
sin combates, sin nada que hacer,
digo, no tengo acceso a la alegría,
no tengo derecho al más pequeño de los saludos
y menos aún al amor.
Sólo la blasfemia me es dada, sólo la blasfemia
y las hambres mas hondas me son dadas.
Pero sabedlo,
esto no va a durar toda la vida.
Vosotros devoradores de la canción,
que durante sombras seculares me habéis tenido
acorralado en este cerco de tristezas:
¡escuchadme bien!
es cierto que estoy hecho para grandes decepciones
y cierto también, preparado,
para inexorables alegrías que vendrán.
Tengo necesidad del mañana
no me juzguéis cruel por mis actos.
Canción del soldado justo (1961)
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