6
Dos hombres conocí en concreto
entre otros muchos casos:
sus reacciones, abisalmente diversas;
pero un tenso designio yacía en cada una
y en ambos lo que había era dolor, peligro, miedo—
drama.
Uno simplemente dejó el tabaco
sabiéndolo motivo de soborno
y cercó su mente de románticos ensueños
y hermosas hijas casaderas;
el otro buscó la huida
en desmayos, asmáticos accesos,
y escapó por fin a la locura:
tan grandes las presiones para imponer la sodomía.
7
Acaso más terribles son los que la imploran,
imploran la embestida sexual.
A qué extremos insufribles han llegado
y qué fieras agonías padecido
que ésta, que habían resistido,
acabó por parecerles preferible,
deseable incluso.
Se la ve como el fondo
de la absoluta y grotesca sumisión.
Y quizá así sea.
Pero se me antoja a mí
una de las más horribles,
patéticas, desgarradoramente,
entre todas las congojas carcelarias.
8
“Blue champagne” lo llamaban
—la “chica” más famosa del lugar;
tan excitante acaso, o conveniente;
joven ciertamente, con curvas jóvenes
—lo que más se valoraba.
Y así con varios se acostaba
cada noche
y la canción que fuera hit-parade
se convirtió en su apodo.
Para el tiempo en que lo vi era ya viejo
(George vio el mal, dijo, en su rostro)
y se había convertido en el más perverso
entre aquellos pervertidos:
un “hombre” en el abrazo homosexual
que en tiempos fuera la “mujer”.
9
El no saber
es probablemente la peor parte del maltrago
para los de afuera;
no saber qué crueldades hay que soportar
qué infamias sufre el sensible espíritu
qué heridas puede forzarse a la mente a infligirse
a sí misma
y el ansia de que piensen en ti
que te recuerden
que te alcancen a través de los espacios
con filamentos de ternura
y consolación.
Y el saber,
aun cuando sea un saber penoso,
parece preferible,
puede soportarse mejor.
Y así,
a modo de consuelo
te envío estos fragmentos,
guijarros tomados al azar
del paisaje de mis propias experiencias,
que a través de los mismos yermos
en un mosaico de vislumbres
me permito a mí mismo
o con ellos tropiezo.
10
No todo es terror
y privación,
ya sabes;
uno llega a estimar la cercanía
y comprensión que se establece
con la humana compañía,
compañeros, con-sortes;
y la disciplina hace mucho por crear
forma y pauta en la vida cotidiana
así como en los días
y el trabajo honesto
ofrece ciertas horas que redimen
los años derrochados
así que hay veces
en que la mente brilla aserenada
aunque viva:
más bien como el mar en calma a la alborada.
11
Los eventos cobran nueva dimensión
pues todo afecta el paso
del devenir político—
pero nuestro tema
es cómo avivan o
demoran
cierta libertad especial—
la de aquellos en prisiones
que dependen de cambios
que emancipen.
Y así uno se hace poco a poco cruel,
adquiere una feroz implacabilidad—
voces que gritan en el pecho
“¡Destrúyelos! ¡Destrúyelos!”
o
“¡Que mueran a millares!”
la verdad, es impaciencia.
tomado de Africa_log
Blog de Literatura Africana
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