Las que nos hacen hombres son las madres Como cálidas luces marchan ante nosotros ¿No es una madre, acaso, la que os trajo al mundo? Apiadaos entonces, Señores, de las madres Que las nubes no maten a los hombres
Un niño de seis años va corriendo feliz Su cometa supera las copas de los árboles ¿Es que no habéis jugado como ese niño, acaso? Apiadaos entonces, Señores, de los niños Que las nubes no maten a los hombres
Ante el espejo peina la novia sus cabellos y en el espejo busca una imagen querida Sin duda alguna vez os buscó así una novia Apiadaos entonces, Señores, de las novias Que las nubes no maten a los hombres
Cuando el hombre se va volviendo viejo sólo debe evocar recuerdos placenteros ¿Es que vosotros mismos no sois, acaso, viejos? Apiadaos entonces, Señores, de los viejos Que las nubes no maten a los hombres
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